jueves, 4 de septiembre de 2008

El Huracán Gustav se estrelló en Cuba,con rompevientos de firmeza.


Como gigante iracundo la emprendió Gustav a mazazos de viento y aguas sobre nuestra isla.Muros de fe se levantaron entonces contra su fuerza,y un cariño mutuo de hombres hermanados en la batalla,preservó la vida.

No pudo Gustav quitarle la confianza a millones de seres entrenados y unidos en la resistencia.

¡Ya estamos otra vez levantándonos,construyendo,creciendo!

Salió el sol y la ciudad se fue llenando hoy de sueños encantados,repartidos en mochilas al hombro de los escolares,repletas de libros y libretas,plenas de alegrías que el gigante Gustav no pudo arrebatarle al maestro guardián.

Adiós Gustav,márchate con tus batas de siete vientos a rumiar tu derrota en un océano.

El sudor de los hombres,la risa de los pequeños,serán abono aquí para los campos.Florecerán de nuevo las praderas y el abuelo poblará de semillas su patio y su jardín.Todos tendrán su techo.

Un día,solo la leyenda contará a los niños,que Gustav,el huracán pirata,intentó robar a la isla del tesoro,una historia de amor.Que el bribón azotó por la cola a una ínsula con forma de caimán.Más,no pudo ganar porque Gustav,el monstruo huracán, no vió con su ojo,cual Polifemo,al pueblo de titanes que la habitaba,acostumbrado a enfrentar con rompevientos de firmeza,todos los malos tiempos,y a los gigantes fieros,con sus botas de siete leguas.

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